La resiliencia operacional es la evolución de una materia que ya muchas empresas tenían en su baraja de posibilidades, en su portafolio de soluciones, y era el manejo de las contingencias, el manejo de los riesgos para asegurar la continuidad de las operaciones ante un evento catastrófico, que tuviera como consecuencia la interrupción temporal o permanente de las operaciones.
Los planes de contingencia existen desde hace mucho tiempo, sin embargo estos nunca habían sido puestos a prueba tanto como en el mundo actual. En el mundo actual la palabra contingencia dejó de ser una palabra extraña y esporádica, y se volvió una palabra prácticamente permanente. De manera que en este mundo del agilismo, donde implica estar preparad@s para cuando esas catástrofes ocurren, cuando esos riesgos suceden, entonces ¿Cómo tener un pensamiento ágil si se está dejando de lado la posibilidad de las contingencias y la posibilidad que pasen cosas que no se tenían previstas? Entonces el mundo ágil toma el tema de la resiliencia operacional como ese siguiente nivel al que evolucionó el manejo de crisis y el manejo de contingencias.
La resiliencia operacional arranca a finales de los años 70s y comienzos de los 80s, cuando las grandes empresas de tecnología empiezan a tener una gran carga frente al hecho de mantener la disponibilidad de sus servicios vigentes todo el tiempo. Además, con el auge de internet, las conexiones crecieron y la exposición de los servicios hacia sus clientes potenciales era un requerimiento de supervivencia en el mercado.
Las empresas vieron la necesidad de pensar sobre cómo mantener sus servicios activos en caso de que se presentara una situación en la que se alteraran sus operaciones, como suspenderla temporalmente o ponerla en riesgo total o parcialmente.
Luego se presentó el atentado de las torres gemelas en Estados Unidos en el 2001, donde el sector financiero se vio muy afectado y se iniciaron una serie de planes y gestiones, para que en los bancos existiera esa capacidad de recuperación ante una situación desastrosa, y aquí inicia lo que se conoce como la recuperación de desastres, más allá del tema tecnológico, de la infraestructura de almacenamiento de datos o de comunicaciones y la llevaron al ámbito de los trabajadores, de las personas y a todos los elementos que conforman la operación de una organización para garantizar la continuidad del negocio.
De aquí surgieron normas y estándares como la ISO 22301 donde ya se habla de un sistema de gestión de continuidad del negocio y le da a las organizaciones esa visión integral para prepararse para emergencias y crisis y desde allí mejorar su capacidad de rebote; si hay una caída: cómo caigo y reboto lo más pronto posible, creando un movimiento de recuperación de la operación en términos de lo que consideren vital dentro de su organización.
Hay un elemento fundamental que nos mueve del campo del Business continuity plan y del Disaster recovery a este campo de la resiliencia operacional porque la palabra resiliencia es está netamente prestada de las habilidades de liderazgo moderno, y es esa capacidad de manejar la frustración, la caída anímica y lo que representa el hecho de que las cosas no salgan como esperábamos, reponerse, levantarse y volver a continuar, incluso mejorar. Entonces, la resiliencia no es una palabra que utilicemos de forma aleatoria, sino que es con toda la intención y refleja el hecho de que recuperarse y lograr ese rebote que mencionamos antes, no es un rebote tan efectivo ni tan rápido si culturalmente no se tiene a la organización también preparada para ello.
Hace un par de décadas estábamos acostumbrados a tener redundancia de equipos, de centros de cómputo, con copias ubicados físicamente en diferentes lugares del mundo que se podían poner a operar en determinado tiempo para minimizar el impacto de una contingencia, con los procesos contemplados y la gente preparada para movilizarse o ejecutar procesos simplificados. Esa era la visual para recuperarnos. Hoy en día lo que estamos viendo es que las catástrofes y los eventos imprevistos, no están limitados al hecho de que un computador no funcione, que la red no opere, sino que, por ejemplo, se puede enfermar un porcentaje gigante de la población y ahí no hay centro de cómputo que nos salve, ahí se necesita una compañía cuyos colaboradores tengan una cultura de resiliencia, de reinvención constante que algunas veces va a servir para levantarnos de crisis y otras para capitalizar oportunidades o librarnos de amenazas.
En conclusión, la resiliencia operacional es garantizar la continuidad del negocio ante cualquier factor que pueda afectarlo.